Habitacion de mery kate

Cerré la puerta con más fuerza de lo normal, haciendo que diera un portazo. No era mi intención, pero últimamente las cosas extrañas me ocurrían mucho. Miré mi habitación. De colores, igual que la dejé hacía 5 años, todo el tiempo que estuve en Nueva York estudiando. Si me fijaba bien, no había nada negro en ella, que fastidio. Abrí la maleta y busqué entre ellas el pijama. Me puse la camiseta que estaba un poco rota de manga corta y el pantalón corto a juego (negros obviamente). Salí de mi habitación en dirección a la cocina.

Entré por la ventana de mi cuarto tras conseguir volver a la normalidad. Me puse unos shorts y una camiseta. Me calcé los deportes y volví a salir por el mismo sitio por el que entré, la ventana. Necesitaba estar sola.

Entré y cerré la puerta para que, si alguien se pasaba por aqui, que no me molestara mucho. Me dejé caer en la cama y me quedé mirando el techo. Ahora que me fijaba, todo lo que había hecho durante mi estancia en Nueva York no me sirvió de nada. Ya no usaba mis conocimientos, ni todo lo aprendido en este tiempo. Bueno, es que nadie me necesitaba, para empezar. Ni le importaba a nadie. Si desapareciese durante un tiempo sería más de lo mismo. Definitivamente, necesitaba encontrar a alguien con quien hablar. Quizás aquel hombre que vi en la playa me escucharía. Sacudí la cabeza para sacarme la idea de la mente. No, no podía pensar en hombres en este momento. ´Me erguí en la cama y me puse a pensar. Tenía que ir, pase lo que pase. No podía seguir derrumbada, como estaba desde que llegué.
Me cambié de ropa. Lo que llevaba no era adecuado para un sitio público. Me puse unos pantalones vaqueros largos y una camiseta blanca. Me calcé las manoletinas y observé mi reflejo en el espejo. No me maquillé, pues sería perder el tiempo, y me dejé el pelo suelto.

Entré en mi habitación y fui directa al armario. Aun debía tenerlo, aunque hacía bastante que no lo usaba. Quizás ya no me estaba bien, pero al menos debía comprobarlo. Busqué entre la ropa y encontré el vestido rojo de volantes. Lo coloqué sobre la cama estirado y me puse a buscar los complementos: máscara, guantes y zapatos. Tras hartarme de buscarlo, lo puse todo en la cama y lo miré bien. El rojo era demasiado llamativo, pero bah, que más da. Todos iban a llevar trajes excéntricos. Me lo probé y comprobé que me estaba bien. Bien, dispuesta a ir a la fiesta. Con el vestido puesto, me puse los guantes y los zapatos de tacón rojos. Me senté en el tocador y busqué el pintalabios rojo, el rimel y el lápiz de ojos negro. Me maquillé y me puse la máscara. Viendo que estaba lista, salí de mi habitación.