Sala legislativa de los Vulturis

Recuerdo del primer mensaje :


Bienvenidos al salon donde se practican y se hacen valer las reglas del lugar... cuidado... no somos muy compasivos por aqui...

- Gracias, amor. Yo también te amo- dije en un mensaje mental. Me dirigí a Aro:

- ¿Has decidido, Aro?- le pregunté nervioso pero sin faltar el respeto.

FDR: dejad el sentimentalismo por favor! eso se hace cuando se está a solas en una habitación! YO QUIERO VER ACCIÓN, QUE ESTÁIS EN LA SALA LEGISLATIVA!! bueno, como ya se lo que pasará... no quiero desilusionarme mucho, así que me largo, pero os vigilo xD

FDR: pues por mi le diria a Aro todas sus verdades y mataria a Jane con ayuda de Ros...pero....bueno no se puede, ademas el jefe Aro no responde, ¿que quieres que haga?

Me quedé pensando en qué decidir y, como solía hacer en los juicios, retrocedí hasta ponerme delante de Cayo y Marco y cogí sus manos para ver lo que ellos pensaban. Si, ya me imaginaba lo que pensaban cada uno. Eran bastante predecibles. Solté sus manos y me giré para ver a los demás.

-Cada uno ha dado sus opiniones, pero parece que yo tengo la decisión final.- anuncié con una leve sonrisa. -Thomas Cullen y la metamorfa pueden marcharse.

Aro retrocedió pasos atrás junto a sus hermanos. Tomo sus manos y volvió a dirigirse a mí. Estaba seguro que no nos iban a dejar salir, pero la decisión final fue otra. Podíamos irnos:

- Oh, gracias. Le juro que ella no volverá a Volterra sin su consentimiento. Gracias, muchas gracias.- dije mientras tomaba de la mano a Luna. Me acerque a Ros y le susurré- Te esperamos afuera.-dije mientras jalé a Luna fuera del castillo. No quería volver, nunca más.

Miré con odio a cada uno de los que entraban y salían. Tuve que hacer un gran esfuerzo para no utilizar mi don sobre ellos. Tras ver que mis amos hablaban y daban su veredicto, centré mi atención en Aro. Esperé por si ordenaba algo.

Cuando se marcharon miré a Jane y le hice una señal para que se acercara. Tenía órdenes para ella y seguro que deseaba cumplirlas. Era una de los miembros más fieles de la guardia.

Me acerqué con rapidez sin apartar la vista de la vampira. No me fiaba de ella. Bueno, no me fiaba de nadie, solo de mi hermano.

-¿Si, maestro?- pregunté.

Cuando estuvo a mi lado le sonreí.

-Ya sabes qué hacer.- dije con una ancha sonrisa. -Pero con prudencia.

Sonreí con un poco de malicia y me encaminé hacia la puerta. Salí de allí con rapidez. No quería perderme el espectáculo que los demás estaban viendo.

-Bueno, la decisión está tomada. Pero primero...- dije alzando mi mano para tomar la suya. Tenía muy claro lo que pasaría, pero tenía que comprobarlo yo mismo.

Al coger su mano vi... nada. Absolutamente nada. Mis dudas se vieron resueltas.

-Interesante...- murmuré. Solté su mano y la miré con curiosidad. -No veo nada.- escuché movimiento a mi espalda. Cayo y Marco empezaban a prestar más atención. Esto ya lo habíamos presenciado con anterioridad. -Bien, parece que eres igual que tu hermana... bueno, iguales no. No existen dos dones idénticos.- ladeé un poco la cabeza. -En fin, puedes marcharte. Esperamos que cumplas las reglas. Si no... tendremos que haceros una visita. Habla con los Cullen. Ellos pueden enseñártelas.

Me senti casi a desmayarme al escuchar las palabras que me liberaban.
Sonrei con verdadera gratitud a los antiguos.
Asenti la cabeza.
-Prometo no fallarles, gracias por su benevolencia, a sido todo un placer.- hable con un fervor profundo haciendo una reverencia.
-Con su permiso, y de nuevo gracias por todo.-me despedi y sali a paso seguro y aliviado de la sala.

(camino rumbo a la sala legislativa de aro, marcus y cayo... y toco tres veces y entro haciendo reverencia)

-Aro... perdon por interrumpir... quisiera saber si me permite retirarme a Forks para ir por unas cosas y recolectar informacion de unas inquietudes que traigo... me permites eso Aro-

(mantengo mi reverencia esperando su respues aver que deciden y sin importar lo que decidan no objetare.)

Me encontraba sentado en el trono solo, intentando decidir algunas cosas que se me habían presentado, cuando apareció Christopher. Me levanté con una sonrisa.

-Hola amigo mío.- dije con alegría. Escuché su petición y me quedé pensativo. -¿Cuáles son esas inquietudes?

Toqué en la puerta y entré. Aro y Chris estaban hablando. Hice una reverencia ante Aro y lo miré.

-Aro. Quiero pedir permiso para ir a Forks.- dije con firmeza. Extendí mi mano hacia él para que lo viera. El ir a Forks no era solo por la fiesta, sino por recopilar algo de información.

Tocaron en la puerta y entró Elizabeth. Mi sonrisa se ensanchó.

-¡Elizabeth, querida mía!- dije sonriente. Oí su petición, que era lo mismo que Christopher, y me quedé pensativo. Cogí su mano y vi lo que pasaba. -Bueno, tus motivos no son desagradables. Puedes ir. Eres inteligente, sabrás que hacer. Confío en que no cometas errores.

Asentí y volví a hacer una reverencia.
-No le decepcionaré, mi señor.- dije girándome y saliendo de allí sin mirar nada ni a nadie.